En verdad, yo no le hago ni caso al abuelo. Esta noche cuando todos estén dormidos en casa pero el salto desde la cama y me voy al desván. Yo tengo que averiguar si esto que me cuenta el abuelo es verdad o mentira.
Ahora para despistar me voy a la librería del abuelo que está en el salón y busco algún libro que me guste. Dicho y hecho, allí estaba yo delante de aquellos viejos libros del abuelo. Mirando y mirando di con uno que me llamó bastante la atención "El Samurái a través del tiempo".
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| Guerrero Samurái |
EL LIBRO QUE NO DEBÍ COGER DE LA LIBRERÍA DEL ABUELO
- ¡Vaya, este es el ideal para mi! - pensé tomándolo con mis manos.
Me senté en el sofá y tumbándome boca arriba me puse a leer con mucha atención. Aunque sin duda alguna, lo que más apasionaba era poder disfrutar mirando todas aquellas las imágenes tan chulas que traía el libro consigo. Allí estaba yo aprendiendo artes marciales para esta noche practicar un rato.
El libro había afianzado aún más mi absoluto convencimiento de subir esta noche al desván para esclarecer el gran misterio de la espada de Samurái. Algo me despertó de mi interés por el libro, cuando el reloj de pared comenzó a sonar fuertemente. Ya eran las 10 de la noche.
El libro había afianzado aún más mi absoluto convencimiento de subir esta noche al desván para esclarecer el gran misterio de la espada de Samurái. Algo me despertó de mi interés por el libro, cuando el reloj de pared comenzó a sonar fuertemente. Ya eran las 10 de la noche.
- ¿Qué? ¿Cómo? ¡No me lo puedo creer! Pero ¿qué rápido a pasado el tiempo?
Solté el libro y me dirigí a la cocina donde se encontraba mi abuela guisando un delicioso pavo asado.
- ¡Umm, Abuela, qué bien huele! - le dije subiéndome en la silla dispuesto a comenzar a cenar.
En esto que entra abuelo algo preocupado, pero sin terciar palabra se sienta esperando el delicioso plato que la abuela había preparado.
- Chris estás muy callado ¿qué te ocurre? - dijo la abuela algo seria.
- Nada, Sara - replicó cabizbajo.
La abuela sirvió la comida y durante la cena nadie habló, a pesar de mis múltiples intentos por hacerles saber que yo necesitaba hablar con ellos. Al terminar el abuelo el plato se levantó de la mesa negándose incluso a comer el postre.
Sin embargo, me regaló unas palabras:
- John me has hecho una promesa y espero que la cumplas. Sara me voy a la cama.
Mi abuela asintió con la cabeza mientras me ponía como postre un trozo de pastel de chocolate blanco.
- ¡Qué rico abuela! - le dije sin parar de comer el dulce.
Abuelo se giró en el umbral de la puerta y miró a mi abuela, ella le hizo una seña para que él se calmara.
- John ahora debes ir a dormir ¿vale? que la abuela tiene que recoger la cocina y después también me iré a la cama - me refirió mi abuela.
Yo muy contento, dí las gracias a mi abuela y salí corriendo rumbo a mi habitación. Me puse mi pijama de astronauta y cogí fuertemente a mi osito del lazo de colores. Un antiguo recuerdo de mi bisabuelo. Bueno, yo ya estaba dispuesto a dormir sin dormir.
LLEGÓ EL MOMENTO DE LA VERDAD ¿SAMURÁI O NO SAMURÁI?
Al cabo de una hora más o menos escuché a mi abuela entrar en su dormitorio, así que ya me quedaba menos para subir al desván. Esperé un rato, y aprovechando las 12 campanadas del viejo reloj de pared subí al desván, así mis pasos no se escucharían demasiado.
Una vez allí dentro, mi osito y yo encendimos una vela. Lo extraño es que la espada samurái no estaba en el mismo sitio donde yo la había soltado. Me puse a buscar pero sin suerte. Aunque lo que sí pude ver es un leve destello que salía detrás de un viejo mueble de madera.
Solté a mi inseparable osito en el suelo y me dispuse a meter la mano detrás del mueble.
- ¡Oh, sorpresa! - dije para mí.
Allí estaba la espada. La tomé entre mis manos y comenzó a resplandecer tan fuerte que era casi cegador. Cerré mis ojos fuertemente para que no dañara mi vista. Al abrirlo vi una figura grande que me asustó demasiado. No me podía creer lo que veían mis ojos, era un auténtico Samurái.
El gran guerrero se acercó a mi con cara de malo me cogió por la camiseta del pijama y me hizo traspasar por una pared iluminada con un brillo mágico. Sentí mucho miedo, pero ya no tenía remedio. Ya no había marcha atrás. Mi abuelo me siempre me había contado la verdad, nunca me mintió.
- ¡Abuelooo! - grité muy asustado.
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COPYRIGHT © LIDIA M.Y.
Foto Por Cortesía: wallisty.com
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ResponderEliminarOSCAR
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si has llegado hasta aquí eres gay
ResponderEliminary tu un transformer en la hoguera
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