Pues la verdad, yo no puedo esperar más, y como mi abuelo está entretenido pintando el garaje, yo aprovecho para coger unos alicates y abrir yo solo el baúl misterioso del desván.
- Hola abuelo ¿me prestas unos alicates?
- ¿Para qué los quieres John? - dijo mi abuelo.
- Verás se me ha roto una cosa en mi casita del árbol y quisiera arreglarlo yo solito - repliqué.
- John si te esperas un rato te ayudo a arreglarlo, no quisiera que te hicieras daño - contestó el abuelo.
- No, abuelo descuida, que yo quiero aprender solo, en serio.
El Hospital |
EL HOSPITAL
Mi abuelo me señaló el lugar donde se encontraban todas las herramientas. Entre ellas, estaban los alicates. Yo los cogí y salí dando las gracias a mi abuelo. Silbando me dirigí dirección hacia la casa del árbol y en cuanto vi que mi abuelo ya no me miraba salí corriendo para la casa.
Mi abuela seguía en la cocina, porque a ella le encanta cocinar e inventar nuevas recetas de cocina, dice que se distrae mucho, y a mí me encanta comer todas sus delicias culinarias.
Subí muy despacito al desván sin hacer casi ruido. Cerré la puerta y me dispuse a abrir el candado oxidado de aquel viejo baúl. Lo intenté mil veces, pero no conseguía hacer ni un sólo rasguño. Finalmente, apreté tan fuerte para romperlo que acabé haciéndome un corte en la mano.
- ¡Ay, abuelo! ¡Ay, abuela! Me he cortado - grité desesperadamente mientras la herida sangraba mucho.
Mi abuela subió asustada y al ver la herida comenzó a llamar a mi abuelo desde la ventana. Pasados unos minutos mi abuelo subió, y casi me dolió más su mirada que la propia herida. Me cogió en brazos y montándome en su coche me llevó al hospital donde me cogieron puntos y vendaron la mano.
¡Menudo fin de semana! ¡Sin aventuras y con una regañina por haber mentido a mi abuelo! ¡Ayyyyy! Esto me enseñará a no mentir nunca más, además de tener paciencia.
Fin
Comienza la Aventura |
Foto Por Cortesía: Clipart
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