A mi me encantan los libros mágicos, por ello lo primero que me causó un verdadero impacto emocional, llamando toda mi atención, fue aquel libro con ese extraño símbolo grabado en su portada. Era especialmente raro y me atraía muchísimo, así que no dudé un sólo momento en abrirlo para ver su contenido.
- ¡Qué extraño sólo había símbolos y letras desconocidas para mi! ¿Qué sería todo aquello tan extraño? - me pregunté.
La tapa de cuero y el símbolo de un Ojo Egipcio, me hizo bajarlo a la cocina y enseñárselo a mi abuela.
- ¡Abuela, abuela mira lo que he encontrado en el desván! - gritaba mientras bajaba la escalera de dos en dos.
- John te tengo dicho que no subas al desván tú sólo que eres muy pequeño y puedes tropezar con algo haciéndote daño - vociferó mi abuela.
Yo sin hacer caso a lo que me decía, entré saltando de alegría en la cocina con aquel extraño libro. Mi abuela estaba vuelta de espalda pelando patatas para la cena.
- Abuela, mira, por favor - le rogué.
Mi abuela se giró sin dejar de pelar las hortalizas y las patatas. Tal como me miró, se le cayó al suelo una zanahoria que estaba pelando. Soltó el cuchillo de pelar. Me miró asustada llevándose la mano a la boca que la tenía totalmente abierta.
- ¡John suelta eso ahora mismo! - gritó asustada.
- No abuela, es super chulo. ¡Mira, por favor!
- ¡John déjalo en la mesa! -volvió a gritar.
De repente corrió hacia la puerta de casa y llamó al abuelo que en ese momento estaba terminando de pintar el garaje.
- ¡Chris, corre, es urgente!
El abuelo corrió apresuradamente con la brocha todavía en la mano.
- ¿Qué ocurre Sara? - dijo exaltado el abuelo.
- ¡Mira allí! - dijo señalando donde yo me encontraba, en el umbral entre el salón y la cocina.
Yo aún seguía con el libro en las manos, y más contento imposible.
El abuelo me miró aterrado, y soltó la brocha de pintura en el suelo manchando el suelo. Mi abuela ni siquiera miró la mancha. ¡Aquello parecía muy extraño! ¡Mi abuela no se había enfadado por la mancha del suelo! ¡No me lo podía creer!
Mi abuelo se acercó cogiéndome el libro, a pesar de mis intentos de que me lo devolviera. Lo tomó contra su pecho y lo devolvió al desván. Yo enfadado me senté en el sofá. Mi abuelo volvió al salón y me dijo:
- John aléjate de ese libro que aún no es momento de que lo tengas en tu poder, por favor.
- Pero ¿por qué abuelo? - le dije yo indignado.
- Hazme caso John, nos traerá problemas - replicó el abuelo.
- Pues, yo no lo entiendo abuelo. Así que me voy a mi cuarto - le dije muy enfadado.
Subí corriendo las escaleras y me encerré en mi habitación. Me acosté encima de la colcha de la cama y me quedé dormido. Un ruido ensordecedor me sacó de mis sueños, el viejo reloj de pared del salón daban las 12 de la noche, así que como tenía mucha hambre decidí bajar a comer algo.
Salí de mi habitación, y por lo visto los abuelos ya estaban dormidos, porque en la casa no se escuchaba ningún tipo de ruido. Bueno, la verdad es que ya se me había pasado el enfado. Mañana les pediré disculpas.
Lo extraño es que mi abuela no me haya despertado para cenar, ya que ella no perdona que yo me salte ninguna comida. Supongo que seguirán enfadados conmigo. Fui a la cocina y comí todo lo que mi abuela había dejado preparado para mi.
Me dispuse a subir de nuevo a mi dormitorio para ponerme el pijama e intentar dormir otro rato, aunque no tenía nada de sueño, pero lo que sí podría hacer sería leer un rato un libro, o mejor aún coger el libro del desván y descifrar con ayuda de internet los aquel extraño lenguaje.
Mis abuelos no se enterarían de nada, porque yo en la misma noche volvería a dejarlo en su sitio, y ellos ni se enterarían. Subí al desván y me puse a buscarlo, pero no conseguí dar con él. Aunque puse todo mi empeño no lo encontré. Así que me dirigí al cuarto de mis abuelos para ver si ellos lo tenían encima de su mesita de noche.
Entreabrí la puerta un poco y miré. ¡Vaya mis abuelos no estaban acostado! Entonces ¿dónde estaban a estas horas, si ellos se acuestan todas las noches a las 11 de la noche? Me preocupé un poco pero intenté no darle mucha importancia.
Bajé al salón, y cerca del sofá vi tirado en el suelo el delantal de la abuela. Ahora sí que había un motivo para preocuparse. Mi abuela nunca dejaba tirado nada, y menos en el suelo. Miré hacia el otro lado y encontré las llaves del abuelo también, cerca de la mesita baja del salón.
Algo comenzó a relucir con intensidad detrás del sofá. Yo asustado me asomé, para descubrir con asombro que del libro salía aquella intensa luz. De pronto, el libro se abrió por su parte central, y dejó ver dos de sus páginas, la de la derecha estaba dibujada mi abuela con cara de susto y su boca abierta, y en la otra cara en la parte de la derecha, mi abuelo totalmente atemorizado.
¡El libro había absorbido a mis abuelos! ¡Abuelossss!
Libro Aventuras |
UN EXTRAÑO LIBRO LLEGA A MIS MANOS
La tapa de cuero y el símbolo de un Ojo Egipcio, me hizo bajarlo a la cocina y enseñárselo a mi abuela.
- ¡Abuela, abuela mira lo que he encontrado en el desván! - gritaba mientras bajaba la escalera de dos en dos.
- John te tengo dicho que no subas al desván tú sólo que eres muy pequeño y puedes tropezar con algo haciéndote daño - vociferó mi abuela.
Yo sin hacer caso a lo que me decía, entré saltando de alegría en la cocina con aquel extraño libro. Mi abuela estaba vuelta de espalda pelando patatas para la cena.
- Abuela, mira, por favor - le rogué.
Mi abuela se giró sin dejar de pelar las hortalizas y las patatas. Tal como me miró, se le cayó al suelo una zanahoria que estaba pelando. Soltó el cuchillo de pelar. Me miró asustada llevándose la mano a la boca que la tenía totalmente abierta.
- ¡John suelta eso ahora mismo! - gritó asustada.
- No abuela, es super chulo. ¡Mira, por favor!
- ¡John déjalo en la mesa! -volvió a gritar.
De repente corrió hacia la puerta de casa y llamó al abuelo que en ese momento estaba terminando de pintar el garaje.
- ¡Chris, corre, es urgente!
El abuelo corrió apresuradamente con la brocha todavía en la mano.
- ¿Qué ocurre Sara? - dijo exaltado el abuelo.
- ¡Mira allí! - dijo señalando donde yo me encontraba, en el umbral entre el salón y la cocina.
Yo aún seguía con el libro en las manos, y más contento imposible.
El abuelo me miró aterrado, y soltó la brocha de pintura en el suelo manchando el suelo. Mi abuela ni siquiera miró la mancha. ¡Aquello parecía muy extraño! ¡Mi abuela no se había enfadado por la mancha del suelo! ¡No me lo podía creer!
Mi abuelo se acercó cogiéndome el libro, a pesar de mis intentos de que me lo devolviera. Lo tomó contra su pecho y lo devolvió al desván. Yo enfadado me senté en el sofá. Mi abuelo volvió al salón y me dijo:
- John aléjate de ese libro que aún no es momento de que lo tengas en tu poder, por favor.
- Pero ¿por qué abuelo? - le dije yo indignado.
- Hazme caso John, nos traerá problemas - replicó el abuelo.
- Pues, yo no lo entiendo abuelo. Así que me voy a mi cuarto - le dije muy enfadado.
Subí corriendo las escaleras y me encerré en mi habitación. Me acosté encima de la colcha de la cama y me quedé dormido. Un ruido ensordecedor me sacó de mis sueños, el viejo reloj de pared del salón daban las 12 de la noche, así que como tenía mucha hambre decidí bajar a comer algo.
Salí de mi habitación, y por lo visto los abuelos ya estaban dormidos, porque en la casa no se escuchaba ningún tipo de ruido. Bueno, la verdad es que ya se me había pasado el enfado. Mañana les pediré disculpas.
Lo extraño es que mi abuela no me haya despertado para cenar, ya que ella no perdona que yo me salte ninguna comida. Supongo que seguirán enfadados conmigo. Fui a la cocina y comí todo lo que mi abuela había dejado preparado para mi.
Me dispuse a subir de nuevo a mi dormitorio para ponerme el pijama e intentar dormir otro rato, aunque no tenía nada de sueño, pero lo que sí podría hacer sería leer un rato un libro, o mejor aún coger el libro del desván y descifrar con ayuda de internet los aquel extraño lenguaje.
Mis abuelos no se enterarían de nada, porque yo en la misma noche volvería a dejarlo en su sitio, y ellos ni se enterarían. Subí al desván y me puse a buscarlo, pero no conseguí dar con él. Aunque puse todo mi empeño no lo encontré. Así que me dirigí al cuarto de mis abuelos para ver si ellos lo tenían encima de su mesita de noche.
Entreabrí la puerta un poco y miré. ¡Vaya mis abuelos no estaban acostado! Entonces ¿dónde estaban a estas horas, si ellos se acuestan todas las noches a las 11 de la noche? Me preocupé un poco pero intenté no darle mucha importancia.
Bajé al salón, y cerca del sofá vi tirado en el suelo el delantal de la abuela. Ahora sí que había un motivo para preocuparse. Mi abuela nunca dejaba tirado nada, y menos en el suelo. Miré hacia el otro lado y encontré las llaves del abuelo también, cerca de la mesita baja del salón.
Algo comenzó a relucir con intensidad detrás del sofá. Yo asustado me asomé, para descubrir con asombro que del libro salía aquella intensa luz. De pronto, el libro se abrió por su parte central, y dejó ver dos de sus páginas, la de la derecha estaba dibujada mi abuela con cara de susto y su boca abierta, y en la otra cara en la parte de la derecha, mi abuelo totalmente atemorizado.
¡El libro había absorbido a mis abuelos! ¡Abuelossss!
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