Durante todo el día estuve muy nervioso pensando en cómo sería ese momento en el que el misterioso baúl se abriría por fin. A pesar de mis escasos 9 años de edad sentía en mi interior que todo lo que acontecería esa misma noche en el desván de mi abuelo cambiaría totalmente mi vida.
Baúl Misterioso |
Un sentimiento extraño interior de que yo era "el elegido" me invadía y no sé por qué. Tal vez mi ilusión de crecer como un gran aventurero. Desde que era muy pequeño, que yo recuerde desde mis 3 años de edad, me ha gustado explorar e imaginar jugando que visitaría lugares extraños.
¡Qué ilusión! - pensé.
LA NOCHE TRAJO UNA DESGRACIA
Pronto se hizo de noche dando vueltas por la casa, preguntando sin parar a mis abuelos. Quería saberlo todo sobre aquel hombre y el baúl que había traído a casa de forma tan misteriosa. Mis abuelos siempre me respondían de la misma manera y con una leve sonrisa en los labios.
La voz de mi abuela se escuchó bien fuerte llamándonos para la hora de la cena. Por fin eran las 10 de la noche, así que ya quedaba menos para mirar dentro de aquel viejo baúl. En la cena las miradas de temor se intercambiaban entre mis abuelo.
Yo para romper el hielo intentaba hacer alguna gracia, pero aquello parece que incluso molestaba. En mi cabeza sólo existía una sola duda ¿qué habría allí dentro? La buena noticia es que tan sólo en un par de horas desvelaríamos aquel misterio.
El viejo reloj dio las 11 campanadas de la noche. Ya a tan sólo 1 hora del gran momento del día. Mi abuela se levantó para coger los platos que había encima de la mesa y comenzar a lavarlos, cuando de repente un fuerte ruido se escuchó en el salón.
- ¡Qué extraño dijo mi abuelo! ¿Qué habrá sido eso Sara? - comentó el abuelo muy preocupado.
- Chris creo que no deberíamos abrir el baúl. John es muy pequeño aún, y no sabemos que contiene. Hazme caso, piénsalo - dijo mi abuela algo cabizbaja.
El abuelo la miró muy fijamente, y le lanzó una sonrisa. Sin dudarlo dos veces se puso en pie para dirigirse con dirección al salón. Yo me bajé de la silla dispuesto a la aventura, pero mi abuelo me paró tocando mi hombro.
- No, John quédate con la abuela ¿vale? Debes protegerla, no lo olvides - dijo el abuelo bajando la voz para que la abuela no lo escuchara.
- Por supuesto abuelo, aquí estoy yo protegiendo a la abuela.
Mi abuela se acercó a mi sonriendo y me cogió por los hombros. Mi abuelo desapareció por el umbral de la puerta de la cocina. nosotros nos sentamos de nuevo en la mesa a esperar las noticias del abuelo.
Mientras charlábamos un viento fuerte entró en la cocina proveniente de las ventanas que se habían abierto todas a la vez. Miles de hojas de árboles secas entraron de forma extraña, como si el otoño hubiera entrado de pronto, a pesar que estábamos en pleno verano.
- ¿Qué ocurre? - gritó mi abuela asustada.
- No sé abuela, y ¿el abuelo? - grité yo para que me escuchara, ya que el viento nos ensordecía totalmente.
- ¡Chris! - volvió a gritar la abuela en su desesperación.
Tal como el viento entró así se marchó, dando paso al miedo más profundo que yo había podido sentir. La abuela me cogió de una mano y me empujó con ella hasta el salón donde supuestamente debía estar el abuelo.
- Chris ¿dónde estás? ¡No me asustes! - repetía la abuela constantemente.
Yo comencé a asustarme un poco al ver que el abuelo no estaba, pero armándome de valor le dije a la abuela que subiéramos al desván. Así lo hicimos. Una vez en el umbral del desván vimos que el baúl estaba abierto y salía una luz amarilla penetrante.
El reloj del salón comenzó a tocar las 12 de la noche dando paso nuevamente al terrible viento que antes nos había invadido en la cocina. Éste procedía desde el mismo baúl que nos arrastraba hacia su interior. Mi abuela se agarraba con fuerza a un aplique que había en la pared mientras me sujetaba con el otro brazo.
Casi no podíamos ver, tan sólo notábamos que en el interior de aquella luz amarillenta comenzaba a emerger una escalofriante figura humana que más bien se parecía a mi abuelo.
De repente, de aquel espectro de luz se pudo escuchar ¡Ayuda John! ¡Sara! Mi abuela comenzó a llorar al ver que su querido esposo había sido tragado por una infernal luz.
- ¡Chrisss! - dijo la abuela en su lamento mientras yo seguía agarrado a ella con un terror sobrenatural.
Finalmente, la tapa de aquel baúl se cerró de un portazo llevándose consigo a mi querido abuelo. El viento también amenizó dejando paso a una terrible soledad, en medio de la más absoluta oscuridad. Mi abuela yacía en el suelo desolada llorando. Yo me acerqué a ella para acariciar su melena plateada por sus canas.
- Abuela ¡yo rescataré al abuelo! No te preocupes.
La abuela sólo hacía llorar sin desconsuelo, y era normal porque yo también estaba llorando sin parar. Menuda pena nos había caído a causa de aquel baúl misterioso.
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