Con el corazón totalmente destrozado, de tantas perdidas a mi paso, me quedé dormido sumido en la mayor de mis tristezas. El amor me había consumido por completo y la melancolía se había hecho hueco en mi alma.
Belleza de Mujer Guerrera |
UNA VISITA INESPERADA
Un ruido en la puerta me despertó, así que me incorporé para abrir a la doncella que me traería el almuerzo. No quería que me viera en ese estado así que abrí de espaldas y le pedí que dejara por favor la comida en la mesa.
Sin embargo fue la voz de Sally la que sonó detrás de mí. Yo me giré y ella se dirigió hasta mi cuello para ver la profundidad de la herida, aunque lo que no se daba cuenta que era mi corazón lo que realmente había dañado.
- Sally ¿por qué me tratas así, no te das cuenta que me haces daño? - le imploré repleto de amor y ternura.
Tomé su mano y ella bruscamente se giró apartando mi mano despreciativamente. Sin embargo me habló:
- Sólo vine para saber como estabas tan sólo eso. Además, desearte suerte en tu camino.
Yo miré hacia el suelo, cabizbajo y confuso, no sabía que hace ni tan siquiera que pensar. Cerré mis ojos y pedí ayuda a mi corazón pero creo que la herida era tan profunda que no podía escucharlo.
Sally se dirigió hacia la puerta con cara de desprecio y sin terciar una palabra más, se dispuso a salir.
- ¡Espera le dije agarrándola suavemente de un brazo sin llegar a hacerle daño en ningún momento! No te vayas aún, por favor - le dije con una voz tan profunda que salió directamente del corazón.
A lo que ella me respondió con una bofetada en mi rostro. Y eso no lo podía permitir en ningún momento, así que la tomé del brazo bruscamente invitándola a pasar para que me explicara de una vez lo que le ocurría conmigo. Cerré la puerta de un portazo.
La eché contra la pared y le dije desafiante:
- Sally me puedes decir de una mísera vez, qué te ocurre conmigo - dije alzando la voz.
Ella giró la cabeza bruscamente, y yo con mis manos puestas en su cara la giré despacio para que me mirara directamente a los ojos. Estaba totalmente consternado de amor. Loco por ella, deseando besar sus carnosos labios, sentir su piel contra la mía y acariciar todo su cuerpo, recorriendo hasta su alma.
Podía oler el perfume de su pelo y sentir la suavidad de su cuerpo. Ella tan sólo me observaba con rabia y odio, pero no hacía ningún intento de apartarse en ningún momento. Algo me decía que aquello tal vez no escaparía bien, aunque el sentimiento era tan grande que me cegó por unos instantes.
Foto Por Cortesía: es.forwallpaper.com
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