🌟 VERSIÓN PURIFICADA
EL ATAQUE DEL DRAGÓN ROJO
Traspasé el espejo llegando al lago donde la hermosa niña estaba sentada. Me acerqué a ella con un sentimiento de amor totalmente desconocido. Arrodillándome ante ella, nuestras miradas se cruzaron penetrándonos profundamente, convirtiéndonos casi en una misma persona.
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Dragón Rojo |
La pequeña se levantó y me condujo a la orilla, donde pude ver que mi rostro ya no era de un anciano, sino de un chico de su edad.
De repente, del lago emergió una bestia descomunal: un dragón rojo de ojos brillantes y cuerpo majestuoso. Sus rugidos hacían temblar el aire. Me puse en guardia y protegí con todas mis fuerzas a mi dulce amor, colocándola detrás de mí.
Agarré mi espada de luz, y cuando el dragón rojo se abalanzó hacia mí, combatí con determinación. Cada golpe era un acto de coraje, hasta que finalmente lo dominé, envolviéndolo en claridad y consiguiendo que se disolviera en el aire. Había salvado a la niña que amaba sin conocerla.
Pero al girarme, ella ya no estaba. El lugar se transformó en un paraje vacío: los árboles se volvieron grises sin hojas, la hierba fresca se convirtió en fango y la brisa suave en un viento frío. Sentí que sin ella todo había perdido su sentido.
Caí de rodillas. Cerré los ojos y pedí en silencio que la luz del Reino me sostuviera. Y aunque no hubo ruido ni aparición, algo dentro de mí me recordó que no estaba solo.
LA SERPIENTE SOMBRÍA
La noche avanzaba, y encendí un fuego para entrar en calor y pensar en cómo salir de aquel lugar al amanecer. Preparé una cama de hojas secas para descansar lo mejor posible, pues me esperaba una larga travesía.
En sueños la niña volvía: corría, se ocultaba, aparecía y desaparecía, como si jugara conmigo. Yo la amaba, pero deseaba saber quién era realmente.
Entonces desperté de un sobresalto: una sombra en forma de serpiente se había enroscado en mi garganta, intentando detener mi camino. Me asfixiaba y apenas podía moverme, mi espada de luz estaba lejos.
En ese instante, una flecha luminosa atravesó la oscuridad. La criatura se deshizo como humo y desapareció, dejándome libre. Tosí, recuperé el aliento, y escuché pasos detrás de mí. Me giré… y supe que aún había esperanza.
La pequeña se levantó y me condujo a la orilla, donde pude ver que mi rostro ya no era de un anciano, sino de un chico de su edad.
De repente, del lago emergió una bestia descomunal: un dragón rojo de ojos brillantes y cuerpo majestuoso. Sus rugidos hacían temblar el aire. Me puse en guardia y protegí con todas mis fuerzas a mi dulce amor, colocándola detrás de mí.
Agarré mi espada de luz, y cuando el dragón rojo se abalanzó hacia mí, combatí con determinación. Cada golpe era un acto de coraje, hasta que finalmente lo dominé, envolviéndolo en claridad y consiguiendo que se disolviera en el aire. Había salvado a la niña que amaba sin conocerla.
Pero al girarme, ella ya no estaba. El lugar se transformó en un paraje vacío: los árboles se volvieron grises sin hojas, la hierba fresca se convirtió en fango y la brisa suave en un viento frío. Sentí que sin ella todo había perdido su sentido.
Caí de rodillas. Cerré los ojos y pedí en silencio que la luz del Reino me sostuviera. Y aunque no hubo ruido ni aparición, algo dentro de mí me recordó que no estaba solo.
LA SERPIENTE SOMBRÍA
La noche avanzaba, y encendí un fuego para entrar en calor y pensar en cómo salir de aquel lugar al amanecer. Preparé una cama de hojas secas para descansar lo mejor posible, pues me esperaba una larga travesía.
En sueños la niña volvía: corría, se ocultaba, aparecía y desaparecía, como si jugara conmigo. Yo la amaba, pero deseaba saber quién era realmente.
Entonces desperté de un sobresalto: una sombra en forma de serpiente se había enroscado en mi garganta, intentando detener mi camino. Me asfixiaba y apenas podía moverme, mi espada de luz estaba lejos.
En ese instante, una flecha luminosa atravesó la oscuridad. La criatura se deshizo como humo y desapareció, dejándome libre. Tosí, recuperé el aliento, y escuché pasos detrás de mí. Me giré… y supe que aún había esperanza.
Foto Por Cortesía: es.forwallpaper.com

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